Visitando el Museo del Louvre de Lens
11/02/2016
Situada al norte de Francia, Lens pertenece a la región de Nord Pas de Calais. Durante un tiempo esta extensión perteneció a la corona de España, hasta que se produjo la Guerra de Flandes y esta zona paso a manos de Francia.
Durante un montón de tiempo Lens vivió gracias a los yacimientos de carbón que había en sus bosques. Hasta hace muy pocas décadas, esta región vivía directa e indirectamente de estas explotaciones. A partir de 1990 se tuvo que impulsar otros medios de trabajo y se comenzó a producir productos tanto textiles, alimenticios o relacionados con la automoción. Además de apostar por nuevas industrias, diversificando sus productos y se desarrolló en potencia la Universidad de Artois.
Para recordar la antigua industria extractiva del carbón, se mantuvo dos grandes montañas de residuos de estas instalaciones que recuerdan gloriosamente su pasado y hacen que los habitantes de esta ciudad jamás olviden cuales han sido sus orígenes.
En esta localidad podremos encontrar una sucursal de uno de los museos más famosos de Francia: el museo Louvre-Lens. Este fue creado para ser el hijo del conocido Louvre de París.
Fue construido en las antiguas instalaciones de extracción carbonífera y se pretende que sea el segundo más importante de Francia. Este inmueble se comenzó a construir encima de una explanada llena de diferentes restos de la explotación minera.
Con la edificación de este museo se pretendía dar un soplo de aire fresco a la débil economía de la zona. Esta se vio muy resentida y dañada por la eliminación de la industria minera. La intención era crear un impulso cultural que atrajera a cientos de miles de turistas de toda Francia y de los países que se encuentran a su alrededor.
Es un edificio muy original y nada tiene que ver con el Louvre parisino. Su estructura es de cristal y acero. Tiene una extensión de 28.000 metros cuadrados, en los que hay obras permanentes de los depósitos del Louvre y exposiciones y obras temporales. Las obras permanentes, van cambiando cada cinco años para así atraer una mayor cantidad de público y que la gente venga más de una vez a visitar sus instalaciones.
Los arquitectos fueron los japoneses Sejima y Nishizawa y fue inaugurado con toda la pompa y boato por el presidente de la república francesa Francois Hollande en diciembre del año 2012.
La apertura de este museo, pretendió ser un revulsivo positivo para la zona norte de Francia. Este lugar se encontraba castigado con un alto número de parados debido a la progresiva desmantelación de pasadas industrias.
La estructura del edificio es zigzagueante y está dividida en diferentes módulos que albergan diferentes exposiciones. Tiene solo una planta a ras del suelo y gracias a paredes móviles, la estructura del recinto se puede modificar según las necesidades de cada exposición.
La sala más grande y la que más nos gustó, tanto por el contenido como por la forma en la que estaban expuestas todas las obras de arte, fue “La sala del tiempo”. Es todo un recorrido por cinco mil años de la historia de la humanidad. Diferentes objetos, esculturas y pinturas nos llevarán por orden cronológico desde Mesopotamia, Babilonia, Egipto, la época griega, Pompeya y Roma hasta el siglo XIX.
Toda esta colección proviene del almacén del hermano mayor parisino y es el mayor aliciente para que medio millón de personas vengan a ver este curioso edificio con esta increíble exposición que tiene en su interior.
Esta Gran galería tiene obras de grandes artistas como Boticcelli, Rembrandt, Rafael o el Greco. También tiene presencia España y uno de nuestros pintores más importantes tenía su huevo. ¿Sabéis quién es?...
Cuando se inauguró el Louvre de Lens, esta sala del tiempo finalizaba con la famosa pintura de “La libertad guiando al pueblo” del pintor Delacroix. El motivo por el que no permanece es que una enajenada mental lo pintó y lo retiraron rápidamente de la exposición para restauración, con lo que no pudimos ver esta obra. Os dejamos con una pequeña imagen aclaratoria que tenían en la exposición.
La Gran sala no tiene una sola pared que divida las diferentes épocas. Gracias a esto, nada más entrar, tenemos ante nosotros una sala de 120 metros de largo por 30 de ancho. Todo ello nos permite contemplar, de principio a fin toda, la colección de un solo vistazo.
El interior del edificio tiene unas líneas simples y minimalistas con colores neutros que hace que el protagonismo lo tengan las obras de arte y no el lugar donde están expuestas.
Tiene diversas salas donde se realizan diferentes actividades didácticas dedicadas a los niños y a promover y fomentar la cultura entre los más pequeños.
Otra de las cosas que nos gustó, es que la sala donde tienen almacenadas las obras que no están expuestas, están a la vista de todo el mundo, al igual que los procesos de restauración que en ellos se realizan.
Y a estas alturas te preguntarás, ¿qué precio tiene la entrada?. Pues la respuesta es muy sencilla: la entrada a la colección principal es totalmente gratuita para todos los asistentes. Solo hay que abonar entrada para las colecciones temporales.
A la hora de visitar el museo, tened en cuenta que hay un autobús gratuito que nos lleva desde la estación de tren hasta el prestigioso museo. Los intervalos son bastante cortos por lo que es un medio muy bueno para moverse. Y recuerda que los autobuses salen desde la puerta norte del museo.
Este autobús tiene diferentes paradas, os podréis bajar en su avenida más conocida que a su vez es la zona más comercial de Lens. Así podréis hacer un alto en el camino y realizar compras, comer o tomar un aperitivo en alguno de sus restaurantes. Pero si quieres dar un paseo, también puedes hacerlo porque hay una distancia desde el centro de 30 minutos aproximados.
Ahora ya no tienes excusa para visitar este museo. ¿Tienes alguna duda?, ¿Conoces este museo? Déjanos tu opinión abajo o a través de @KrrteAndo.