Una subterránea sorpresa en el centro de Madrid

25/01/14

El año tiene 365 días en total y os aseguramos que aun así faltan días para poder disfrutar de todo lo que nos ofrece una ciudad como Madrid. El pasado fin de semana nos llevaron a un lugar que no conocíamos y que nos pareció muy peculiar.

El domingo a primera hora de la mañana quedamos con unos amigos en la puerta de la Escuela técnica superior de ingenieros de minas y energía muy cerca del metro de Ríos Rosas en la línea uno y está en la misma calle Ríos Rosas 21.

No sabíamos a dónde íbamos, e ir a la uni un domingo por la mañana no nos llamaba demasiado la atención la verdad. Llegamos a la dirección que nos dijeron y el propio edificio es impresionante. Nada que ver con la universidad en la que estudiamos que parecía una nave para criar pollos. Desde este día el edificio de Minas está en nuestro top de los edificios más espectaculares de Madrid. Es una obra de arte en sí misma y fue creada por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco y decorada por Daniel Zuloaga (solo cerámicas de anteclaustro).. El lugar es de una belleza tal que ha conseguido ser Conjunto Histórico-Artístico por su importante arquitectura. 

Mientras esperábamos en la fila para entrar, nuestros amigos nos explicaron que la Escuela de Minas y Energía puede ser visitada por cualquier persona que tuviera un mínimo de curiosidad por saber cómo es el mundo por dentro y por fuera.

En este lugar además de albergar varios museos (un museo que incluye varias salas y colecciones además de una reproducción de mina), también imparten clases para los futuros ingenieros, doctores y expertos en esto de las minas, la energía, los materiales, los explosivos y la geología con sus minerales y rocas

En cuanto abrieron entramos en el Museo histórico minero Don Felipe de Borbón y Grecia. Es un museo universitario abierto a todo el mundo donde se exponen minerales catalogados de diferentes formas y colores juntos a grandes hallazgos arqueológicos realizados.

Nosotros lo máximo que sabemos de estas cosas son las joyas que tienen nuestras madres… En las películas escuchamos lo de los rubís y esmeraldas. Cuando salimos al campo sabemos diferenciar el cuarzo y poco más. Para que os hagáis una idea la piedra pómez nos parece de lo más exótico que hemos visto y fijaros para lo que sirve…

Bueno que me voy del tema, es una exposición magnífica que vale la pena contemplar entera y entrar en todas sus dependencias. Para los amantes de la decoración cabe destacar las vitrinas de madera, su artesonado el suelo… Es toda una belleza de lugar que imprime un valor incalculable a los minerales que vemos.

Como para todo siempre hay gente que le gusta coleccionar cosas. El primer domingo de cada mes, en este edifico encontraremos puestos de comerciantes donde venden diferentes minerales, no os lo podéis perder. Si os gusta alguno lo podéis comprar a un precio bastante razonable.

Una vez terminamos de recorrer todo el edificio viendo minerales y piedras preciosas nuestros amigos nos dijeron que aún quedaba lo mejor. No teníamos ni idea que podía ser aunque yo imaginaba un diamante del tamaño de una de las calabazas que mi padre siembra en su huerto. No fue así… Me quedé sin diamante, pero descubrimos algo mejor que jamás se me pasaría por la cabeza que estuviera en Madrid: una mina.

Salimos a la parte trasera del edificio y allí fuera un túnel que se metía directamente a la tierra nos iba a llevar a un lugar que jamás pensaríamos estar.

Bajamos una empinada escalera que nos llevaría al corazón mismo de Madrid. Antes de nada una recomendación si queréis bajar. Nada de zapatos de tacón, zapato cómodo y con buena suela y llevaros alguna chaquetilla de abrigo porque como dicen las abuelas por ahí abajo refresca

A medida que bajábamos el aire era frío y las gotas de condensación y de las diferentes cañerías que las atraviesan nos jugaban alguna que otra mala pasada. Una vez que llegamos abajo un amable estudiante de la propia universidad nos hizo un recorrido de lo más entretenido y didáctico.

La mina subterránea en cuestión se llama Marcelo Jorissen y fue inaugurada en 1967. Se creó para que los alumnos de la universidad pudieran poner en práctica todo lo que iban estudiando y no tener que mandarles a una mina en Asturias. Así abarataban costes (estaban exentos del peligro de una mina real de carbón con grisu y no estorbaban las labores reales que hubiera en esas minas) y todo era mucho más sencillo para el profesor y  los alumnos. 

Mientras realizáis la visita os enseñaran como reforzaban los diferentes túneles, qué métodos para horadar la piedra y las jaulas para los canarios. ¿Canarios? Nos quedamos sorprendidos cuando nos contaron la historia de las jaulas porque era una forma de saber si había fugas de un gas letal llamado grisú que era incoloro y sin olor. Este gas está en las minas subterráneas de carbón. Si estabas expuesto a él en grandes concentraciones morías irremediablemente por lo que llevaban estas jaulas de canarios y en cuanto veían que alguno de los pajarillos la espichaba salían corriendo como alma que lleva el diablo.

Por un precio casi simbólico de un euro podréis pasar una entretenida y cultural mañana en  el centro Madrid, si tenéis niños, sobrinos o nietos el plan es redondo y seguro que les resultará muy interesante.

Los primeros domingos de mes previa inscripción en la mesa de la entrada podréis disfrutar de la mina. No se puede reservar por teléfono ni internet y las plazas limitadas disponibles se ocuparán por orden de llegada e inscripción. Por lo que tenéis que madrugar un poco si no os queréis quedar sin verlo.

La visita guiada a la mina tiene estos horarios y podéis consultarlos en su web.

Tened en cuenta que los grupos son de 30 plazas por lo que tenéis que andar rápidos para conseguir una plaza.

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