Marrakech, ciudad milenaria
30/05/14
Desde que empezamos con el blog de viajes ya hemos recorrido algún que otro continente pero teníamos uno que se nos resistía: África. Tenemos que reconocer que teníamos algún que otro prejuicio, pero básicamente por la ignorancia que teníamos de este grandioso territorio. Como nos queríamos sumergir de una manera paulatina en él, optamos por lo más “occidental” para nosotros y decidimos visitar en un primer momento Marruecos.
Aprovechamos que teníamos un viernes que juntamos con el fin de semana y nos decidimos a viajar al reino de Marruecos ya que es un país que al estar al norte de África nos pillaba a tiro de piedra de avión desde el flamante aeropuerto Madrid Barajas Adolfo Suarez.
Marruecos es un país tan grande como España con casi 500.000 kilómetros cuadrados de extensión. Como teníamos limitaciones de tiempo, decidimos conocer en un primer momento Marrakech. Todos los amigos blogueros que tenemos nos dijeron que “es una ciudad que no te puedes perder”.
Desde Madrid no se tarda nada, ya que solo dos horas es lo que nos separa occidente de Marruecos. Se nos hizo muy corto el viaje y nada más aterrizar es cuando empezó la experiencia en este fantástico país. No somos muy habilidosos regateando, pero tras nuestro paso por Estambul fuimos aprendiendo y en Marruecos o aprendes rápido y pierdes la vergüenza o te tomarán el pelo en todos los lados.
Empezamos con el taxista que nos llevó a hasta el hotel. Fue muy simpático y amable pero era bastante listo y nos quería sacar el máximo dinero posible. Nos hizo gracia lo de regatear y lo hicimos hasta que ya se le cambió la cara de amabilidad, en ese momento paramos y como fue tan majo le dimos hasta propina. Sabia castellano, francés e inglés aunque pensamos que este hombre sabía hasta chino mandarín simplemente por sacar una buena carrera de taxi.
Llegamos al hotel, era correcto limpio y relativamente luminoso. No nos queríamos gastar mucho dinero, pero lo que sí que queríamos era un lugar higiénico en el que cualquier tipo de bicho no fuera uno más en la habitación. El hotel estaba bien pero nosotros como buenos españoles estamos muy mal acostumbrados a los hotelazos que tenemos en nuestro país. Cuanto más viajamos más nos damos cuenta de que los hoteles en España son los mejores del mundo sobre todo por el precio-calidad que ofrecen.
Una vez que dejamos las maletas, nos fuimos al lugar más conocido por nosotros: la plaza de Yamaa el Fna. Un lugar que nadie se puede perder ya que aquí se aglutinan todas las sociedades que uno se puede encontrar en Marruecos. Lleno de gente, hasta arriba. Todo tipo de gente, desde los que venían de las zonas más rurales del país, los turistas y los propios vecinos de Marrakech. Lleno de puestos que vendían cualquier cosa que os podáis imaginar y cuando os decimos de todo de todo es de todo. Nos sorprendieron los encantadores de serpientes que tenían mareadas a las cobras, pero sobre todo, alucinamos con un pequeño puesto que vendían dientes, sí, sí dientes. Desde los más blancos a los más podridos, desde los que están recubiertos de plata como los que están recubiertos de oro, no dábamos crédito. Es como el rastro de Cascorro de Madrid por su infinidad de puestos pero con la sensación de que estamos en la Edad Media. Recordad que aquí también se regatea, no os cortéis, a ellos les encanta hacerlo es parte del encanto de la compraventa y de su propia cultura.
La sensación de vivir en el pasado fue constante, tanto por la arquitectura que nos rodeaba como por todo lo que veíamos. Esta sensación se nos pasaba cuando los coches y las motos nos pitaban para prevenirnos de ser atropellados. Entre los romanos y los marroquíes no se con quién quedarme en la elección de peores conductores de la historia.
Marrakech es conocida como la ciudad roja por los edificios que existen en ella todos de este color. Esta homogeneidad en la arquitectura y su color crea una sensación mágica de estar dentro de una película oriental.

Otro lugar que no os podéis perder es la mezquita Kutubía es una de las edificaciones más asombrosas de Marrakech y es todo un símbolo para esta ciudad. Es una de las construcciones religiosos más grandes de la religión Islámica. La torre de esta mezquita si os fijáis os hará recordar la Giralda de Sevilla.

Pasamos todo el día pateando la ciudad de un lugar a otro ya que el transporte público deja bastante que desear y nosotros somos de la opinión de que una ciudad se la conoce caminando y evitando en todo lo posible utilizar el transporte.
El palacio Bahía se construyó a finales del siglo XIX y es uno de los palacios más impresionantes que hemos visto nunca. Con unas medidas de 8 hectáreas, 150 habitaciones, patios y jardines todo en él es como de “Las mil y una noches”. La entrada cuenta cuesta unos 10 dirham. Vale la pena lo que cuesta pero hay que tener dos cosas en cuenta. En primer, lugar es preferible contratar el servicio de un guía que no nos cobrará mucho y nos descubrirá los mejores sitios (recordad que son 8 hectáreas) ya que no hay ninguna indicación en castellano. En segundo lugar, todas las habitaciones están totalmente vacías, ya que cuando murió el visir, mucha gente, incluidas sus esposas, arrasaron con todo lo que había en su interior. Una pena la verdad aunque nos fuimos de Marrakech con la opinión de que este palacio era el lugar más bonito de todos.
El zoco es otro lugar que tiene que estar en vuestra agenda. Nada más entrar, el olor a especies de todas las clases os aturdirá y las callejuelas de este típico mercado os harán que os perdáis en muchos momentos. Deberéis poner en práctica todas vuestras artes de regateo que habéis aprendido para cualquier compra que realicéis.

Los jardines de Menara son para los de allí como el Retiro para los madrileños. Un lugar muy especial donde va la gente a pasar el día y disfrutar del entorno aunque con la poca sombra que proporcionan sus olivos hizo que la visita fuera un tanto pesada. Lo que más nos gustó fue el estanque que riega los cientos de olivos que hay alrededor.
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Aunque os parezca un poco sórdido uno de los mejores lugares para visitar en Marrakech son las tumbas Saadíes. Aquí podremos ver más cien tumbas decoradas todas ellas con preciosos mosaicos. En media hora lo habréis visto todo y os aseguramos que es uno de los mejores sitios de toda la ciudad.

Se nos acabó el finde largo y tuvimos que regresar a la realidad. ¿Cómo lo resumimos? Básicamente en que queremos volver cuanto antes a este país y a este continente. Queremos seguir disfrutando de todo su encanto y conocer cada país de este espectacular continente africano.