Estambul: la unión entre oriente y occidente

24/07/2015

Por fin podíamos escapar de la gran ciudad después de algún tiempo. Ya que no nos perdemos una, organizamos una escapada a uno de los lugares que más ganas teníamos de conocer: Turquía.

Como nos dicen nuestras madres, las cosas se hacen poco a poco que siempre salen mejor, y de los cuatro días que teníamos decidimos ir a Estambul ya que entre el viaje y la estancia en esta ciudad nos parecía el tiempo idóneo para disfrutarla al máximo. En otras escapadas de mayor duración a Turquía queremos ir a la Capadocia, con sus chimeneas de las hadas, a Pamukkale con sus piscinas saladas o a Éfeso, para descubrir sus restos arqueológicos.  

La duración del vuelo desde Madrid es de unas cuatro horas y se nos hizo bastante corto ya que las ganas de descubrir este país y esta ciudad eran enormes.

Teníamos algunos prejuicios por ser una ciudad que está a caballo entre occidente y oriente pero en cuanto pusimos un pie en el aeropuerto todos estos miedos se evaporaron.

Para llegar a nuestro hotel dudamos en pillar un taxi o ir en transporte público. Nos pudo el famoso refrán que hemos hecho nuestro “donde fueres haz lo que vieres” y nos mezclamos con los turcos sin ningún problema.

Un maravilloso tranvía rápido, cómodo, limpio y barato nos llevó hasta casi la puerta del hotel. Nos sorprendió lo nuevo que era, y en ese momento nos dimos cuenta que esta ciudad había apostado muy fuerte por ser la sede olímpica en el 2020, siendo a su vez una de las competidoras de Madrid aunque al final se llevó la candidatura Tokio.

Llegamos de noche al hotel, y después de dejar las maletas y pegarnos una ducha, nos tiramos a las calles a disfrutar de la ciudad. Al primer sitio que fuimos fue a la Mezquita Azul, gracias a su impresionante iluminación y sus infinitas cúpulas y minaretes nos dejó alucinados. Justo en el momento en el que estábamos haciendo fotos desde todos los ángulos posibles a este impresionante edificio comenzó a sonar la llamada a la oración desde grandes altavoces orientados para que toda la ciudad los escuchara.

Cada vez que sonaban los grandes bafles para recordar a los musulmanes sus cinco rezos diarios, a nosotros algo en nuestro interior se emocionaba por ese carácter comunitario y conciliador que implican sus rezos.   

Es una ciudad muy cómoda, ya que la mayoría de los lugares que queríamos visitar estaban a muy poca distancia uno del otro. Enfrente de la mezquita Azul se encuentra el símbolo de Estambul y casi podríamos decir de Turquía: Santa Sofía. Un lugar único donde los haya, cargado de historia y tradición. Su gran cúpula flanqueada por inmensos minaretes os dejará clavados en el sitio. Si su exterior es espectacular, su interior no desmerece en absoluto.

La mezcla de religiones se hace patente en su interior ya que su decoración islámica y cristiana se mezcla con total naturalidad siendo todo un lujo para los sentidos. Este edificio en un primer momento fue la basílica más grande de todo el mundo. Después de varias guerras se transformó en una mezquita y en la actualidad es un museo donde se ensalza la conciliación entre ambas religiones: la cristiana y la musulmana.

A muy poca distancia se encuentra el Palacio de Topkapi situado entre el Cuerno de Oro y el Mar de Mármara. Tiene una de las vistas más impresionantes del Bósforo. El palacio está compuesto por varios edificios rodeados de cuatro patios.

En este palacio entendimos a la perfección el significado de la frase “lujo asiático” ya que cada estancia a la que entrabamos nos parecía mejor que la anterior. Ya no se utiliza como palacio, y en la actualidad es un museo de la época imperial. Los objetos que no os podéis perder en este recinto son el puñal de piedras preciosas más grande del mundo situado en la sala de las perlas, las pertenencias de Mahoma y el tercer diamante más grande del mundo. Es un palacio enorme por lo que tardareis varias horas en recorrerlo.

A muy pocos metros del palacio está la cisterna de la Basílica, un lugar que antiguamente se utilizaba para surtir de agua a las gentes de la zona. Actualmente es uno de los sitios más sobrecogedores e interesantes de la ciudad. Su bosque de columnas que surgen de una especie de lago artificial es espectacular. Recordad buscar la medusa, pero no la medusa del amor, la medusa colocada de manera invertida que dicen que todo el mundo que la encuentra gozará de buena suerte. Este lugar es famoso por ser uno de los escenarios principales de la novela de “Inferno” de Dan Brown, el famoso escritor del “Codigo da Vinci”

Si queréis tener una de las mejores vistas de la ciudad, tenéis un buen fondo físico y no os importa acabar sudando deberéis subir a la Torre de Gálata. Un lugar privilegiado para observar la ciudad.

Estambul es un lugar bastante turístico por lo que os recomendamos hacer la reserva del hotel con antelación. Cuanto más cerca de Santa Sofía mejor, ya que los edificios emblemáticos y los diferentes bazares los podréis descubrir simplemente paseando por sus calles.

Antes de que se nos olvide, lo mejor de todo el viaje para nosotros, y con diferencia, fue el crucero por el Bósforo. Os lo recomendamos encarecidamente, ver la puesta de sol desde el barco contemplando las siluetas de Santa Sofía y la Mezquita azul es algo que jamás se os borrará de la cabeza.

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