El Oasis de Chebika, rincones del desierto

22/02/2015

Todos sabemos que en el interior de cualquier desierto siempre hay un oasis, con sus frondosas palmeras y sus pequeños embalses de agua cristalina. Lo que no es habitual es encontrarse con oasis que salgan de las montañas con grandes cascadas de agua. A escasos 50 kilómetros de Tozeur, en el sur de Túnez, podemos encontrar este majestuoso oasis.

Os recomendamos realizar la ruta a primera hora de la mañana, cuando el sol esté alzándose lentamente sobre el amplio desierto, la imagen es espectacular y el calor será mucho más soportable. Son inmensas las extensiones de arena que se ven tanto a la derecha como a la izquierda durante todo el trayecto en coche. Sorprende que hayan construido verjas interminables de paja sobre madera que hacen de muro de contención para parar la arena cuando es movida por el viento. El viaje hay que realizarlo en todoterreno, ya que en coches normales sería imposible acceder a la entrada de la montaña.

Tened bien abiertos los ojos ya que en plena ruta podemos observar rebaños de dromedarios salvajes. Hay que tener cuidado a la hora de bajar del coche para no espantarlos, ya que no están acostumbrados a los humanos y se asustan rápidamente.

Cuando lleguéis al destino os encontraréis un parking y en el acceso, una pequeña cantina. A mano derecha podréis empezar  la ruta con un pequeño descenso donde comenzaréis a ascender por el riachuelo. Aprovechad a sacar fotos de los datileros, las palmeras y a los impresionantes paisajes. Al cabo de unos minutos llegaremos al primer rinconcito que os dejará boquiabiertos. La primera cascada estará frente a vosotros. Simplemente decir que la disfrutéis al máximo.

La ruta continúa ascendiendo poco a poco y los paisajes agrestes de las montañas estarán ante vosotros. En el recorrido os iréis encontrando a locales con tenderetes vendiendo la típica rosa del desierto. No dudéis en comprarla, ya que esta es la zona donde más barata la encontraréis. Tened en cuenta una cosa, tenéis que regatear ya que es algo tradicional y cultural en esta zona que os hará a la vez ahorraros unos eurillos.

Cada vez empieza a ser más complicadilla la ruta, pero va mereciendo la pena por todas las imágenes que se os quedarán grabadas en la retina. De este modo llegamos a una pequeñita piscina natural que  con una preciosa cascada. Es una zona en la que puedes remojarte. Para aquellos que quieren darse un chapuzón y la temperatura lo permita no lo dudéis es el lugar idóneo. Cuando lleguemos a esta piscinita sabremos que estamos a la mitad de nuestro destino.

Durante todo el recorrido, hay una escultura que nos estará observando todos nuestros pasos. En lo alto de la montaña nos encontraremos al animal de cabecera tunecino, el muflón.

Al lado de la piscina natural, se inicia la subida por unas escalinatas muy empinadas que nos irán llevando poco a poco hasta el muflón en plena cima. Tened mucho cuidado, ya que cuando acaban las escaleras el terreno es muy escarpado y podéis haceros daño. No obstante las vistas que tendréis serán increíbles. Toda la montaña y el oasis la tendréis a vista de pájaro.

Una vez que estéis arriba, podéis cruzar la montaña a través de una estrechísima pared en las que tendréis que pasar de lado. 

Al otro lado tendréis una vista panorámica buenísima del desierto tunecino y a vuestros pies el antiguo  pueblo de Chebika que a día de hoy está totalmente abandonado.  

Una vez hayáis cruzado el pueblo, el descenso es muy sencillo y rápido ya que la pequeña cantina que vimos a la llegada y los tenderetes de los vendedores locales están a muy pocos minutos. La visita se hace en apenas una hora y no es muy complicada de realizar.  

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