Descubriendo el castillo de Nagoya
24/11/2015
Es la cuarta ciudad más grande de todo Japón y se encuentra situada en el medio de la isla de Honshu, en la costa del Pacífico.
Hay que reconocer que no es de las ciudades más visitables de Japón ya que tiene pocos lugares interesantes para poder visitar. Esto tiene una triste explicación, la ciudad fue creada relativamente hace poco tiempo, exactamente en el año 1889, y en el año 1945 debido a la Segunda Guerra Mundial fue destruida por completo. Los bombardeos fueron implacables y los aliados descargaron toda su potencia sobre la ciudad.
Nosotros aprovechamos que ese día íbamos a Tokyo. Decidimos pasar una mañana en la ciudad para conocerla y llegar por la tarde a la capital. Nagoya no merece la pena estar más de un día ya que en media jornada bien aprovechada veremos lo más importante.
El carácter japonés de superarse ante las adversidades fue el primer motor para reconstruir por completo la ciudad. En la actualidad es la capital japonesa de la industria automovilística. Toyota es su mayor referente y prácticamente los casi tres millones de personas que viven en esta ciudad pivotan directa o indirectamente sobre esta empresa.
Para que os deis cuanta de la importancia de la ciudad y de su poderío económico es uno de los lugares que hace que el PIB de Japón sea de los más altos del mundo. Es una ciudad increíblemente moderna, con edificios vanguardistas y empresas punteras.
El castillo de Nagoya es de los más famosos e importantes del país. Para la ciudad de Nagoya es todo un símbolo de resurgimiento, de esto nos dimos cuenta cuando vimos hasta las tapas de las alcantarillas con su castillo impreso. Se comenzó a construir en 1525 por Imagawa Ujichika.
A este castillo se llega desde la estación de tren de Nagoya, en la línea de Higashiyama, hasta la estación de Sakae. Allí se cambia a la línea de metro de Meijo hasta Shiyakusho. Desde este punto tenemos cinco minutos andando. En autobús llegaremos en diez minutos a la parada Nagoyajo Seimon-Mae o un simple paseo de 30 minutos callejeando por sus calles.
En la época Edo este castillo era uno de los más poderosos de toda la isla, ya que era un lugar por donde tenían que pasar casi obligatoriamente los comerciantes en el recorrido del norte al sur del país.
Fue todo un símbolo para el país hasta que llego la Gran Guerra y un fatídico 14 de mayo el castillo comenzó a arder con todo los objetos de su interior. El incendio fue originado por los bombardeos masivos que se realizaron sobre el edificio.
Una vez que finalizó la guerra se comenzaron con los trabajos de reconstrucción. Os daréis cuenta por lo bien organizado que está su interior con aire acondicionado, calefacción y ascensores que nos llevan a todas las plantas del palacio. Sus siete plantas con casi cincuenta metros de altura os harán pasar un rato muy agradable. La reconstrucción se terminó en el año 1959.
Dentro del castillo podréis ver trajes de la época, armas, escudos y trajes de guerra de todos los tipos y de todas las épocas.
Una de las cosas que más nos gustó fue la explicación de cómo se realizó el castillo, cómo se trataron los materiales y cómo se puso una piedra sobre otra.
Para que el castillo sea más divertido hay varias actividades con las cuales poder interactuar. Una de ellas es por ejemplo la que nos explica la fuerza que tendríamos que aplicar para cargar piedras como si fuéramos mulas.
Actualmente se está reconstruyendo el Palacio de Hommaru, que también fue pasto de las llamas en la Segunda Guerra Mundial. Nosotros lo estuvimos visitando y es espectacular el lujo de los materiales y las dimensiones del rehabilitado palacio. No lo veréis terminado pero un montón de salas y parte del Palacio se puede visitar sin ningún problema. La construcción está pensada para que finalice en el año 2017.
En la parte de arriba del castillo podréis ver dos peces dorados con cabeza de tigre llamados Kinshachi. Estas esculturas son talismanes para evitar y prevenir futuros incendios y símbolo del poder del señor feudal. Si no los veis tranquilos, hay por todos los sitios.
Estos curiosos peces se encuentran por muchas partes del castillo tanto fuera como dentro. Hay uno en concreto situado en una de las plantas del castillo que jamás olvidaré. Aun con miles de carteles de tened cuidado con los golpes en la cabeza, yo me subí a él para hacerme una foto y el golpe que me di fue para quedarme inconsciente en ese mismo momento.
Recordad, cuidado con los peces dorados son mucho más peligrosos de lo que os pensáis.
Una de las cosas que os recomendamos es subir hasta la parte más alta del castillo. Las vistas son espectaculares y sin duda lo mejor del castillo.
No tiene un horario muy extenso por lo que tenéis que tenerlo en cuenta. Abren de 9:00 hasta las 16:30. El coste de la entrada es de 500 yenes. La sorpresa del día fue que en la recepción nos reconocieron!!! Sí, nos reconocieron, ya que nos habían seguido por las fotos que subíamos por Facebook. Las chicas fueron muy amables con nosotros y nos explicaron todo lo necesario para disfrutar al máximo al castillo.
Ya llevábamos varios días por Japón. Madrugábamos mucho y nos acostábamos bastante tarde, por lo que las fuerzas iban reduciéndose. Nos dimos cuenta que los japoneses son todos unos adictos a las bebidas energéticas y claro la curiosidad nos pudo. Nos dimos a los refrescos energéticos, que no estaban muy buenos, pero nos ayudaban a mantenernos despiertos y más animados que nunca.
Y hasta aquí fue la ruta de este día. ¿Os gustó Nagoya? ¿Crees que tuvimos que visitar algo más? ¿Te gustó el artículo? Cuéntanoslo en un comentario.