Costa Rica, hay que visitarla

27/06/14

Llevábamos una temporada recorriendo muchos países pero no salíamos de Europa, y claro nos cansamos de tanto edificio, tanta cultura y, sobre todo, tanto asfalto. Nos planteamos algo que fuera totalmente diferente a nuestra experiencia europea y después de pensar muchas opciones dimos con la que más nos convenció: nada como un viaje a Costa Rica.
 

Para quien no conozca Costa Rica en primer lugar hay que tener en cuenta que su población ronda los cinco millones de personas (más o menos la gente que vive en Madrid) es uno de los países latinoamericanos más desarrollados, seguros y con una mayor libertad. Todo esto hay que tenerlo muy en cuenta para decidirse por un país u otro. Después de México, Costa Rica es el segundo país más turístico de todo América del Sur, por lo que sus infraestructuras y sus servicios son altamente aceptables. Es considerado el país más democrático de Latinoamérica por lo que el conjunto de todas estas cosas hacen de Costa Rica un destino ideal para no tener ningún contratiempo.
 

Salimos desde nuestra ya conocida T4 de Barajas Adolfo Suarez; el viaje no es fácil ya que son 11 horas de duración pero pensando en el Caribe, alguna cabezada larga que dimos y las ganas que teníamos de descubrir la cultura Centroamericana se nos hizo menos pesado.
 

Nuestra llegada a San José de Costa Rica (capital de país) fue todo un contraste después de haber estado viajando a países, que cuando llegábamos el termómetro no marcaba ni positivo. Que gozada el calorcito y que ganas teníamos de disfrutarlo.
Nuestro viaje fue en enero, menos mal porque allí era y no estaba abarrotado de turistas. La gente nos dijo que los meses de verano en Europa son un infierno debido a la gran masificación que existe en esas fechas.

 

Lo primero que hicimos cuando llegamos a San José fue ir a visitar su mercado central donde pudimos ver como es la vida real costaricense y nos hicimos con varios objetos de la artesanía típica a muy buen precio. Allí también comimos maíz, frijoles y arroz que es lo que más veíamos por los puestos ambulantes que había por todo el mercado. Comimos gallo (no el animal) si no una especie de bocadillo realizado de tortilla de maíz, frijoles, arroz, cebolla y muchas más cosas que lo hacían potente, potente.

No paramos de beber café ya que es casi la bebida nacional y estaba buenísimo en cualquiera de sus variables con leche, solo, con azúcar, sin azúcar...
 

Nos perdimos por la ciudad y acabamos en su Museo Nacional. Interesantísimo por la forma en la que contaba la historia del país y sobre todo la parte de las mariposas gigantes que nos dejó alucinados.

 
 

Ya no podíamos más y nos fuimos a dormir. Aprovechamos a ver su Teatro Nacional por fuera que nos sorprendió ya que parecía un edificio típicamente occidental. Por la noche es precioso y muy recomendable.

 
 

Despues de haber “sufrido” bastante frío en invierno decidimos que íbamos a ir a Costa Rica sobre todo a disfrutar de sus playas. Gracias a la “forma” que tiene el país y sus distancias más o menos asequibles desde la capital San José se puede estar bañando por la mañana en el Atlántico y por la tarde haciendo submarinismo y tomando el sol en el Pacifico. Todo un lujo.

 
 

Gracias a esto conocimos infinidad de playas ya que fuimos de una a otra gracias a las distancias tan asequibles. Nosotros alquilamos un coche para movernos pero si no queréis moveros en coche hay otras formas. Para que os hagáis una idea desde Puerto Limón en el Caribe hasta Puntarenas en el Pacífico se hace en apenas una hora en avión.

La gente de allí nos contó que en algunas montañas del centro del país se podía ver a la vez el océano pacífico y el mar Caribe. Eso lo dejamos para la próxima vez que vayamos.

Las playas del Atlántico tienen una longitud de 212 kilómetros y 1016km las del Pacifico.  En ellas se reúnen las mejores playas coralinas de toda América Central a muy poca distancia de la selva costarricense.

Donde hay mayor número de playas para turistas y hoteles para que podamos disfrutar es en la zona del Pacifico. El sitio que más nos gusto fue Cuajiniquil. Un lugar de ensueño para perderse de por vida. Gracias a la tranquilidad de estar en una bahía hace que el oleaje no se perciba y se crea uno que está en un lago salado más que en el océano Pacífico.   


Tiene una playa enorme de arena blanca y gracias a los amables pescadores comimos pescado recién sacado de lo más sabroso.  No perderos las playas de Nancite y Naranjo ya que están muy cerca y el paisaje es simplemente espectacular.
En resumen Costa Rica es un país para perderse en sus paradisiacas playas y adentrase en la selva que es prácticamente virgen. ¿Qué es lo mejor de este país? Los costarricenses son amables, educados y siempre con ganas de agradar a todo los extranjeros. Todo esto y su “ritmo” caribeño hacen de Costa Rica un lugar único para conocer. Prometemos volver.

 

 

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