Viena, capital de Austria, situada al este del país y a tan sólo una hora de tren de Eslovaquia. Conocida por ser la ciudad del Danubio Azul (que lo vimos marrón) y en sus últimas décadas por el mito de Sisí Emperatriz, Viena te hace retraerte a la época Imperial y de máximo auge de María Teresa de Austria y Francisco José I.
Como en el anterior capítulo os indicamos, visitamos esta ciudad después de Pr aga, a través de nuestro tour por centroeuropa. Si de un modo Praga nos encantó, Viena fue increíble. Arturo insistió en que teníamos que pasar por esta ciudad, la cuál llevaba muchísimo tiempo y esperando la ocasión perfecta para ir; y así fue dicho y hecho. Salimos de Praga en tren rumbo a Viena, donde llegamos a la hora de la comida. Nos llamó la atención la temperatura que fue muy en elevada en pleno Junio, ya que llegamos a los 34 grados, cosa poco habitual en esas fechas.
Toda la ciudad en general, es una obra de arte, cientos de edificios con fachadas barrocas que a cuál más impresion ante. Dar cualquier paseo sin rumbo fijo es descubrir maravillosas obras arquite ctónicas, callejuelas y parques que hacen que la estancia sea agradable.
En nuestra estancia visitamos la Ópera de Viena (donde estuvimos en una representación de ballet), Palacio Real (Hofburg) donde además encontrareis el Museo Sisí y apartamentos Imperiales (merece la pena), Heldenplatz, Catedral de San Esteban (donde recomendamos la misa filipina), Palacio Schonbrunn (una maravilla a tan sólo 20 minutos de metro del centro) Palacio de Belvedere y cualquier iglesia que os vayáis encontrando por sus calles. Todas tienen una cantidad de arte barroco que deslumbra al turista.
Palcos y patio de butacas ópera Palacio de Schonbrunn
No podéis abandonar Viena, sin antes haber probado una porción de tarta Sacher ya que es una delicia para los amantes del chocolate. Toda su repostería en general es asombrante y buena y como no acompañado de un café vienés.
Café Vienés
Dos cosas a destacar y de importancia es que por un lado el idioma es una barrera, ya que casi todo el mundo habla alemán y el inglés te lo hablan si ellos quieren y por otro lado es una ciudad bastante cara, en cuanto a comparación con Madrid, pero menos que Londres.
Sin duda algún día volveré para pasear por sus calles y probar su tarta Sacher.
Palacio Belvedere