La ópera de Viena, exquisitez cultural
Esta ópera es la insignia de la ciudad. Fue inaugurada en mayo de 1869 con la obra de Don Giovanni, de Mozart. De esta forma, la burguesía vienesa, ya no tendrían que viajar a París para ver una buena ópera.
Desde primer momento, el edificio pasó desapercibido por los visitantes debido al estilo neorenacentista en el que fue construido. Por ello, el diseñador de los interiores Eduard Van der Nüll, se suicidó, siendo sustituido en los meses consecutivos por el arquitecto August Sicard von Sicardsburg, que ocasionalmente, también falleció. Los diseños interiores fueron acabados por un tercer arquitecto.
En 1945 recibió un impacto de un proyectil aliado, con lo que se tomó como un ataque a la ciudad. Tras una pronta recuperación del teatro, la ópera se reinauguró un 5 de noviembre de 1955 representando Fidelio de Beethoven.
Al igual que toda ópera, dispone de patio de butacas, palcos en tres plantas privados y una especie de gallinero (sin asientos) en la planta baja. La cartelera suele estar desde inicios de febrero hasta diciembre. Y para aquellos que no quieran o puedan entrar, en el lateral derecho, pasan las representaciones en pantalla gigante, con lo cual actividad free. Además para aquellos que quieran entrar y conseguir entradas de pie de última hora, si quedan, las venden en la misma puerta a 3€.
Nuestra experiencia fue buenísima, es super recomendable. Conseguimos entradas desde España, las cuales nos las enviaron a casa. El precio fueron 2 entradas en palco 20€ (gastos de envío incluidos). Ya sea un ballet, como el que vimos nosotros, o cualquier otra representación, recomendamos de ir.
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